A David López Sandoval
Querido David:
Ante la situación creada por las agresivas medidas antisociales anunciadas por el presidente Zapatero contra los servidores públicos, es lógico que anheles que DESEDUCATIVOS sea una tribuna y una plataforma para la acción, acción contundente e inmediata, más que para la reflexión, el intercambio de experiencias, el desahogo o el intento de combatir el orden establecido a través de la palabra, el humor o la erudición. Pese a ello, no podemos menospreciar el valor de mostrar a los colegas y a los destinatarios de la educación que sí puede haber un modelo alternativo a la mierda actual. No merece otro nombre.
Pero una vez que se nos haya pasado el cabreo, el susto o la impresión de este nuevo atropello, es necesario hacer un análisis sosegado y lúcido para ser prácticos y lograr algún resultado tangible.
Por supuesto que el cambio educativo es inviable sin un cambio de sistema y de estructura. Pero el cambio de sistema es también impracticable si la sociedad civil carece de herramientas para emerger, para empezar a ser algo más que una sombra silenciosa de nulo efecto en el tablero político. Una muestra de esa sociedad civil formada por hombres libres sin los fines espurios de ciertas estructuras es DESEDUCATIVOS.
En primer lugar, creo que hay que hacer todo lo posible para que DESEDUCATIVOS crezca, en personas a las que llega y en presencia en la sociedad como un referente y como difusor de un pensamiento alternativo a las consignas y eslóganes del aparato.
Cuando termine el agitado curso, cogeré mis agendas y trataré de hacer apostolado seglar para difundir la buena nueva. Además, pienso que debería haber algún tipo de presentación en sociedad, un lanzamiento a los medios, ir más allá de Internet, donde, sin duda, es nuestro deber y nuestro placer seguir dando la matraca.
El mérito que tenéis los que habéis puesto en marcha esta magnífica iniciativa es extraordinario. El hecho de que haya profesores jóvenes entre los que se ponen en frente del statu quo educativo es una inyección de optimismo en medio del panorama sombrío que nos rodea; me dio un subidón que no veas. Pues yo mismo, pese a que me pongo todos los años la vacuna antipedagogista, también estoy contaminado por la nauseabunda propaganda de los intelectuales orgánicos, y pensaba que los docentes jovencillos eran sólo hedonistas y pasotas o ya estaban abducidos por las didácticas necias y habían asumido el nuevo rol del profesor. Nunca dejaremos de agradecer y reconocer que hayáis tenido esta idea, no ocurrencia, sino genial idea. Que debe ser el germen de un movimiento de esa sociedad civil que tiene que emerger y salir del conformismo, el derrotismo o la autocompasión, verdaderos males que el poder busca para anularnos. Vimos que el MANIFIESTO DE MAESTROS Y PROFESORES lo firmó, lo firmamos, un número reducido de personas, pero ya hay un punto de partida y no hay que rendirse. El otro Manifiesto, el de Ricardo Moreno Castillo, acertado, pero más limitado en su ámbito y en sus propuestas, lo firmó, lo firmamos, más docentes y profesionales. Porque su autor tiene más nombre, merecida reputación por haber tenido el valor y la valía de poner negro sobre blanco reflexiones educativas que rebaten con acierto la ficción oficial. La marca hay que extenderla en el mercado, consolidarla, eso sí, sin convertirla nunca en un sucedáneo, como son otras organizaciones que venden un producto que nada tiene que ver con lo que dice en el prospecto.
Sin embargo, la pregunta clave es ¿CÓMO ORGANIZAR Y GESTIONAR EL DESCONTENTO?
Afortunadamente o por desgracia, no lo sé, algunos tenemos detrás una cierta experiencia sindical y política. Y conocemos por dentro las cloacas. Esa experiencia individual y colectiva tiene que servir para no cometer los errores del pasado. Lo que creo que sí sé es cómo no se debe canalizar el malestar. LO QUE NO SE DEBE HACER ES DELEGAR EN LA CASTA PARASITARIA PARA QUE ELLOS SE LUCREN EN NUESTRO NOMBRE Y TERMINEN APUNTALANDO EL ESTABLISHMENT, DEL QUE NO SON MÁS QUE UNA TERMINAL.
Me refiero a que la fuerza de los profesores, de las personas que pagan sus impuestos y son súbditos o convidados de piedra en esta democracia de baja calidad, deteriorada y corrompida que sufrimos, esa fuerza no sea luego utilizada contra nosotros mismos o se diluya sin cristalizar en una realidad concreta, evitando que pueda influir para cambiar la realidad.
Cualquier acción debe redundar en contribuir a destruir el statu quo, poco a poco, ojalá fuera de golpe. Pero nada de reforzar los muros del edificio gangrenado por las termitas que lo corroen. Hay que dinamitar el sistema educativo, el prestigio inmerecido de los pseudoexpertos y los medios que aoyan el inmovilismo, la legitimidad presunta de unos representantes que son cómplices de los atropellos del poder y que sólo aprietan el botón que les dice el jefe para seguir en las listas, para seguir succionando.
Uno de los muchos aciertos de DESEDUCATIVOS es esa estructura horizontal, que tú comparabas con Al Qaeda, una estructura difusa. Que la hace menos vulnerable. No es fácil el anatema del que hablaba antes. ¿A quién insultas, descalificas y tratas de demonizar? ¿A quién compras para que se lleve el movimiento ciudadano a las alcantarullas del poder y lo termines tirando por el desagüe? Es el tipo de organización que necesita una sociedad civil indefensa ante el abuso continuo del poder. Los demás modelos organizativos o son integrados (léase, comprados; es decir, neutralizados) o son destruidos, anatemizados y linchados. Insisto: DESEDUCATIVOS tiene que crecer, tiene que hacerse oír mucho más. En el mundo de la educación, el otro día lo comentaba con Antonio, el autor de Desde la caverna de Platón, delante de un Ribera del Duero, no he visto nada igual en los últimos años.
¿Por qué ese tipo de organización que estáis llevando a la práctica en DESEDUCATIVOS es una buena idea? Trataré de explicarme. Yo no creo, en eso discrepo de tus análisis de fondo, que la democracia esté viciada ab origine, desde la muerte del caudillo, la transición y la Constitución de 1978, sino que pienso, por el contrario, que se ha ido corrompiendo y degradando por el mal uso que de ella ha hecho la clase dirigente. Pero quizá esa diferencia de análisis no sea en este momento tan relevante a efectos prácticos. En el resultado estimo que sí estamos de acuerdo: el sistema educativo público es una estafa inservible, una basura infecta, y el modelo de representación de la ciudadanía es una farsa, en el que la clase dirigente ha ido montando un gigantesco aparato clientelar y 17 taifas que tenemos que pagar los asalariados y contribuyentes, que no somos tratados como verdaderos ciudadanos, sino como meros comparsas del monopolio de la política que reclaman para sí los profesionales.
Si creas una estructura con un pope y un comité ejecutivo y no hay controles ni contrapesos, vamos camino de la perdición una vez más. Y si ese chiringuito pasa a ser una organización con público y demás, tiene demanda, entonces ya tiene valor en términos sociológicos y, en consecuencia, políticos. Y puede empezar a tocar poder. Y entonces la corrupción aparece como un mal de alto riesgo si no se siguen al pie de la letra las prescripciones médicas para combatir esa enfermedad de tan fácil contagio.
Cada uno tiene sus obsesiones. Y a mí me ha desmoralizado mucho siempre la corrupción, entendida no sólo en su versión más escandalosa, espectacular y mediática de llevarse la pasta, de forrarse a lo bestia, que es, por supuesto, repugnante. Pero que no es la más dañina para la ética social de una democracia, siendo inaceptable y lacerante. Si no otra corrupción moralmente tan grave o peor que la anterior. Que es traicionar las ideas, traicionar a tus compañeros, pasarse de persona honestamente comprometida a un cínico sin escrúpulos, asumir que el sistema democrático que se legitima en nombre de tus representados es sólo un organigrama jerárquico y piramidal al servicio de los que se han aupado en el mando supremo, que ya sólo tienen la ambición de usufructuar el poder público. El sistema ha abducido a muchas personas que en su origen tenían buena fe y estaban movidos por bellas y altruistas ideas. Y los ha vampirizado. Es más, el sistema ha ido seleccionando a sus cuadros basándose como principal mérito en su capacidad de integrarse en ese siniestro juego de vasallajes y servidumbres personales. Hasta montar una cadena cada vez más blindada, cada vez más alejada de unas ideas que ya son sólo frases vacías y eslóganes artificiales en cuyo significado no creen los que las pronuncian. Y, por supuesto, cada vez más alejados de unos ciudadanos a los que teóricamente representan y que son, en la práctica, como una casta inferior a la que sólo tratan de vender su mercancía averiada cuando les interesan como clientes que pueden votarles en unas elecciones. Como he conocido a tantas personas a las que la cultura del aparato ha pervertido y ha maleado, les ha contagiado una amoralidad perniciosa y los ha anulado como personas en su capacidad de expresarse, de pensar y de ser libres, tengo mucho miedo cada vez que se inicia una andadura de cualquier aventura política o sindical. O de cualquier movida que vaya más allá de una expresión coyuntural de hastío, de indignación de un rebote momentáneo.
No es que crea que el hombre es bueno por naturaleza y el sistema lo pervierte. Además no tengo ni puñetera idea de la etiología del mal, no es mi campo. Parte de culpa tienen los que se dejan corromper. A lo mejor no eran tan buenos como yo pensaba. Pero lo que sí es seguro es que si no les hubieran dado a probar la manzana envenenada, ahora no estarían sirviendo a una estructura que tritura y expolia a los que hemos sido sus compañeros y amigos.
Entiendo que el cuerpo te pida mucho más ir a la barricada con la lata de gasolina que participar en unos juegos florales con una sátira o un artículo de fondo. Tienes razón cuando dices que este es el momento de pasar a la acción.
Tú haces un llamamiento a la rebelión. Falta hace. Pero, aunque sea un topicazo nada original lo que voy a decir, es una realidad constatada que las revoluciones las encienden los idealistas pero las gestionan con demasiada frecuencia personas indeseables. Demasiadas veces los efectos destructivos y por ende, constructivos, que las revueltas engendran, son utilizados por personas indeseables para hacerse con el poder. Y frente al vacío, crear una nueva tiranía. O llevar a un nuevo orden todavía más injusto que el aneterior.
¿Por qué digo esto? Porque si ahora, el profesorado, el funcionariado, la ciudadanía, muestra algo de rebelión, o estalla en rebeldía frente al despotismo antisocial de un gobierno que se dice de izquierdas y que disparata en nombre de lemas y frases que son una impostura indecente y una mentira pestilente, esa contestación al final alguien la liderará, alguien la encauzará, alguien la representará. El pueblo, la ciudadanía, la base, la gente, la peña, la basca, el personal, seremos reina por un día. Igual que esos días del libro, de la madre, del SIDA, de las efemérides diversas, que tú tanto detestas, y que, pasada la efímera noticia, mueren en su inane propósito, porque son una representación de la fanfarria y el vacío. Y, me temo, alguien intentará rentabilizar la rebelión, si la hay, si no pasa de la expresión momentánea de un monumental rebote colectivo, pero sin recorrido, como se dice en la jerga de los políticos profesionales. Y si ese alguien, individual o colectivo, con su nombre y apellidos, sus adjetivos, su imagen, su logotipo, su avatar o su bandera, es desleal con los rebeldes que le han llevado a esa posición, pues tenemos la repetición de la jugada. Volvemos a ver esa película que los más veteranos ya han visto muchas veces.
Ese es el temor de los perros viejos. Que nuestros representantes oficiales, que son parte del sistema, del pesebre y del clientelismo, cómplices y beneficiarios del poder, más herederos del verticalismo franquista que de una tradición verdaderamente democrática, vuelvan a lucrarse con el esfuerzo económico de una huelga.
Sé que no te resuelvo nada, porque apunto más a lo que creo que no hay que hacer que a lo que puede ser el camino.
Lo único que sí quiero manifestarte como cierre de esta carta es que el llamamiento que haces a la rebelión de la ciudadanía y al despertar de las conciencias ante la farsa que vivimos merece todo mi apoyo y en la modesta fuerza de mis posibilidades cuenta conmigo. Es obvio que algunos habéis marcado un camino que era necesario ante el páramo en el que se ha convertido nuestro sistema de instrucción pública, producto de un sistema político democrático sólo en su apariencia y corroído en toda su estructura profunda.
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