Madrid pasa del cosmopolitismo de ser una capital europea a lo más castizo del género chico.
Un ex-alcalde y una pija, hijos del pueblo de Madrid, me dan el opio con tal gracia que no los puedo resistir.
Es verdad que don Hilarión Zapatero ya ha decidido cuál de los dos le gusta más. Y es su Trini del alma, la que ya se pegó la castaña contra Ruiz Faraón.
Pero, para seguir las convenciones del género, el chulapón Tomás le ha respondido a don Hilarión Zapatero que "eso ahora mismo lo vamos a ver".
En fin, que también la gente del pueblo tiene su corazoncito, con lágrimas en la cara y celos bien reprimidos.
La zarzuela amenaza con divertir durante el vacío informativo veraniego y ahí tenemos a otra chulapa, doña Espe de la Puerta del Sol, que sólo puede caer si se muere de un pasmo tras el ataque de risa que le tiene que estar provocando la contienda que entre Tomás y sus acólitos, Zapatero y la Trini, están disputando muy cerca de la presidencia, en el Callejón del Gato, donde no hacen falta los espejos cóncavos y convexos para que las imágenes de personajes y fantoches se vean como una deformación grotesca, que caída la máscara posmoderna y telegénica, es sólo una mueca ridícula.
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