viernes, 2 de julio de 2010

FÉLIX PONS



Nos despertamos hoy con la triste noticia de la muerte de Félix Pons, antiguo presidente del Congreso y exministro de Administraciones Públicas. Hombre de profundas convicciones democráticas, gran rigor intelectual y con una conciencia muy clara de lo que era el servicio público, vivía en estos últimos años alejado de la primera línea de la actividad oficial. Siempre fue una persona discreta, poco amante de la ostentación, con un punto de timidez, pese a su inequívoca vocación política. En una entrevista concedida a Rosa Montero hace ya unos años, la escritora y periodista hace de él una descripción impresionista: “es un hombre de orden”. Tras esa circunspección, muy diferente de la búsqueda de la imagen sofisticada y ficticia, y de la frivolidad, habitaba un hombre que creía en lo que hacía y que tenía una idea muy seria de su compromiso político. Una persona educada, para aquellos primeros años de los 80 muy socialdemócrata y aparentemente un señor, un burgués, que procedía de una visión más madura y honda de la actividad política que la propia del ambiente del tardofranquismo y de la transición española.

Félix Pons fue candidato del PSOE a las elecciones autonómicas de las Islas Baleares de 1983, comicios que ganó la derecha capitaneada por la entonces AP, gracias al feudo de Ibiza. Retirado de su aventura política insular, se incorporó a la cosa pública en el ámbito nacional y ya no volvió a intentar ser presidente autonómico. Cuando pensamos en los gobiernos de AP y el PP, con su política de crecimiento urbanístico y especulativo desmesurado, cuando vemos el triste papel de Unió Mallorquina como partido bisagra y voraz cobrador de comisiones, cuando observamos con preocupación hasta qué punto ha llegado en dos legislaturas una coalición de izquierdas con los nacionalistas, provocadora de disgregación y mimética de todas las barbaridades de las normalizaciones y las imposiciones, echamos de menos a políticos como Félix Pons. ¿Cómo habría sido la política balear bajo la dirección de un hombre honesto y riguroso como era el fallecido hombre público mallorquín? Es ya un futurible en el pasado, una mera elucubración. Pero seguro que la política balear, su más auténtica y genuina vocación de servicio público, aun con todos los errores propios de toda obra humana, habría tenido una altura de miras, una visión de Estado y una ecuanimidad que echamos en falta con la clase política que sufren las islas, que sólo hace falta acudir a las hemerotecas y reflexionar un poco para hacerse una idea de en qué manos están y han estado por esos lares los designios de la vida colectiva. Una indiscutible talla de político y de hombre de Estado que, desgraciadamente, no ha sido el espejo en el que se han mirado otras generaciones y otros dirigentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario