jueves, 17 de junio de 2010
LABORDETA, ZOON POLITICON
José Antonio Labordeta hace en 20 minutos un comentario sobre la política actual y otros asuntos de actualidad.
Sr, Labordeta: Su paso por la política activa demostró que una cosa es predicar, con su guitarra, su mochila y toda la pesca. Y otra dar trigo.
Tuvimos ocasión de ver su falta de rigor dialéctico, sus insultos, su primitivismo ideológico.
Luego le vimos apoyar a los nacionalismos, la disgregación y la insolidaridad. Y, por supuesto, no predicar ni con el ejemplo ni con su voz impostada ya un tanto cascada la austeridad de los políticos.
Desgraciadamente, usted no representa nada en la izquierda y no só es un cero a la ídem, sino que representa muchos de los aspectos más nefastos que la verdadera izquierda tendría que llevar a cabo para corregir la deriva demagógica de la progresía impostora, sectaria y lamentable.
Tras las canciones, los mitos, los eslóganes y los rolletes más o menos progretas de la transición, llega la cruda realidad: privilegios que convierten a los representantes más bien en una casta privilegiada. Y falta de ideas y programas que aportar a las políticas zapateristas, tan ruinosas y nefastas y reaccionarias. Ideas que usted apoyaba como presunto izquierdismo puro.
Rosa Díez pone el dedo en la llaga en sus críticas. Rompe moldes y mitos, dice verdades como puños. Ya veremos cómo gestiona si le toca tener responsabilidades. Tengo mucho miedo. Sus primeros pasos como dirigente de un partido político reproducen vicios ya conocidos. Su discurso de oposición es impecable. Y lo que denuncia es aquello de lo que usted fue cómplice. No me extraña que no le guste.
¿Qué ha aportado usted al debate político en España? Váyase, por favor, con la música y la mochila a otra parte, porque parece que tiene poco que aportar más allá de imágenes connotativas, ciertas frases para mitómanos a los que un día ya muy lejano nos gustaba su música. Y que se nos fueron abriendo los ojos de la realidad para ver que detrás de la careta del personaje se encontraba un lado oscuro cuya melodía ya no era naïf, ni rebelde sin causa, ni defensora de todas esas campañas que definen en la esencia el egocentrismo narcisista del pijo o el parvenu que procede de la aristocracia de los 60 y 70 y no es más que un tigre de papel. Pero al que le han hecho demasiado caso cuando rugía.
Cuando se le ha visto el plumero, pues, en fin, se desinfló el suflé. También la burbuja ideológica, izquierdosa, se está desmoronando. Tras la impostura, el afán de enriquecerse y el narcisismo, ¿qué queda más allá del vacío? ¿Qué fue de tanto trincón, que sólo defendió en cada momento lo más demagógico y lo más rentable?
No son los labordetas los exponentes del verdadero compromiso coherente con valores de izquierdas. Son, por el contrario, una subespecie que ha vendido su carácter comprometido, rebelde y altenativo como una mercancía. Que, examinada en la aduana, esa mercancía no pudier pasar el más elemental control de calidad, no les importa a sus dealers, mientras estos puedan seguir vendiendo a todos los destinatario que se mueven por la pereza intelectual los mismos productos de siempre, productos que moral y estéticamente hace tiempo que caducaron.
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