La concesión del premio príncipe
de Asturias de las Letras a Antonio Muñoz Molina es un motivo de satisfacción
para los que somos fieles lectores de su obra literaria y encontramos el placer
de ver magníficamente recreada nuestro ser hispánico a través de la palabra
exacta, libre y comprometida en sus artículos y libros de opinión. De hecho, el
escritor de Úbeda es hoy, junto con intelectuales tan diversos como Fernando
Savater, Albert Boadella, Vargas Llosa o Jon Juaristi, uno de los pocos
referentes críticos con los vicios del sistema desde un pensamiento
independiente y honrado, enormemente lúcido, frente a los sectarismos, los
estereotipos y el periodismo de trinchera y agitación y propaganda de uno u
otro signo que tanto agitan la convulsa vida colectiva en tiempos tan duros y
difíciles como los que atraviesa España en su aguda y deprimente crisis
económica, política, institucional, moral y social. En su crisis global.
La narrativa de Muñoz Molina ha
logrado afortunadamente un reconocimiento merecido en un país tan difícil como
es España, cicatero a la hora de reconocer el mérito de sus propios
conciudadanos. La calidad e intensidad de su prosa, su estilo poderoso y su
brillante sintaxis, junto con una capacidad de evocación y de deslumbrante
descripción, confieren a la mayoría de sus narraciones un ritmo y una prosa
poética que ha alcanzado el nivel de los que sin duda permanecerán en el
tiempo. Por otro lado, el mundo narrativo de Muñoz Molina es un reflejo certero
de nuestra memoria histórica colectiva, una forma de acercarse auténtica y
profunda a las señas de identidad de lo español, un espejo de lo que fuimos, lo
que somos y lo que hemos soñado ser. Sin concesiones a la frivolidad, a la
demagogia ni al conformismo.
Pero además del indiscutible valor
literario de una palabra tan bien enhebrada y expresiva, es bueno destacar el
papel de intelectual de Muñoz Molina en la España actual. Su compromiso de
pensador responsable, mesurado y honrado, con una actitud valiente, nada
acomodaticia ni anuente con los discursos oficiales, lo convierten en un
referente imprescindible en el artículo de opinión del periodismo literario de
nuestros días. Sus tomas de posición sobre la izquierda y la educación pública,
los excesos de los nacionalismos, la falsificación de la memoria histórica, los
diferentes abusos del poder o los más diversos asuntos de la vida pública
española nos permiten ver con ojos inteligentes y atinados, una realidad que la
propaganda y el pobre debate de los medios españoles siempre tratan de desfigurar.
Cabe destacar el mérito del autor de Sefarad, quien al
aceptar el premio que le concedió la ciudad de Jerusalén, donó su cantidad
íntegra a un colegio donde se educan juntamente niños árabes e israelíes, en
lugar de aceptar las presiones sectarias de quienes le http://cultura.elpais.com/cultura/2013/02/10/actualidad/1360504122_513560.html
que renunciara al galardón.
Siempre he recomendado la lectura
del Muñoz Molina narrador y con razones de urgencia también al Muñoz Molina
intelectual, uno de los autores que de forma más acertada y con una prosa
exquisita nos muestran un visión de España absolutamente necesaria y que
quienes tienen puestos de responsabilidad deberían escuchar.
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