DESMONTANDO A PEDRO SÁNCHEZ.
La resistible ascensión de Pedro Sánchez
El 13 de julio los
militantes del PSOE van a elegir por sufragio universal a su nuevo secretario
general. Si tomamos como punto de referencia el número de avales logrados por
los aspirantes a dirgir el partido, el candidato favorito sobre el papel parece
que es el diputado madrileño Pedro Sánchez.
Más que avales, hipotecas
Es
cierto que Sánchez ganó de sobra en avales, pero más que avales lo que tiene
son hipotecas con los que lo han apoyado y que representan las fuerzas más
conservadoras de un modelo de partido diametralmente opuesto al que él proclama
en una campaña naíf y bucólica. Por eso, la tendencia marcada por el primer
round de la elección interna, en el que la delantera la ha tomado el candidato
oficial de los restos del aparato federal y una buena parte de los aparatos
regionales, nos sitúa ante un panorama muy preocupante frente al que es
necesario reaccionar.
Sánchez es el candidato que más gusta a
la derecha
Si
el respaldo del establishment interno no fuera suficiente, no deja de resultar
curiosa y significativa la simpatía de los medios más reaccionarios, más
inclinados a apoyar a Sánchez. ¿A qué se debe? ¿Es que piensan que Madina
quiere cambiar de verdad las formas de hacer política? ¿O es que consideran a
Pedro más maleable?
Sánchez, un hombre de Blanco y del
aparato
¿Quién
es Pedro Sánchez? El joven y sonriente diputado madrileño ha hecho toda su
meteórica carrera política a la sombra de su mentor, José Blanco. El candidato
más avalado de los tres en liza se ha presentado en sociedad como un militante
inmaculado, sin pasado político, un representante de ese imaginario colectivo
que son las bases, de las que también hablaban quienes fueron sus socios
coyunturales, los hoy olvidados “Renovadores de la base”. El flamante candidato
abandera pomposamente la regeneración democrática del partido. La construcción
del personaje es una ficción comparable a cualquier montaje publicitario que se
desinflará pronto como las pompas de jabón.
Pedro
Sánchez ha ocultado todo el pasado que lo vincula al poder orgánico a cuya
sombra ha crecido políticamente. No menciona que fue miembro de la Comisión
Ejecutiva del PSM y ha dado a entender que su puesto en la Asamblea de
CajaMadrid estaba ligado con carácter nato a su cargo de concejal, hecho que no
se corresponde con la realidad.
Al servicio de Tamayo y los renovadores
de la base en 2000
Estamos ante una persona
que no tiene apenas currículum fuera de la política profesional del aparato, un
fontanero que trabajó a las órdenes de Blanco en la secretaría de organización
y que siempre ha figurado en las cuotas del todopoderoso Pepiño, primero en el
Ayuntamiento de Madrid y después como diputado nacional. Recién llegado tras el
35 Congreso del PSOE a las tareas propias de un fontanero fiel y sumiso a su
jefe, se puso manos a la obra para colaborar incondicionalmente con el trabajo
de fajador de apoyo a la candidatura de José Antonio Díaz a la secretaría
general de la FSM en 2000, pantalla del grupo de José Luis Balbás y Eduardo
Tamayo.
Demasiado para Sánchez
Frente
a la imagen de un hombre nuevo cuyo advenimiento procede de las bases
socialistas y de la sociedad, lo cierto es que Pedro Sánchez es un exponente de
la política profesional curtida a base de cooptación y adhesión incondicional
al jefe. Y no se le conocen hasta que se ha iniciado el proceso electoral
interno ni ideas ni posiciones ni compromisos con ningún proyecto político que
no fuera su relación con el poder establecido. Escaso bagaje real para optar a
la secretaría general.
El
candidato de los aparatos ha demostrado hasta ahora tener buena presencia, una
simpatía ensayada y un currículum notablemente vacío, lleno de imposturas,
inexactitudes y vergonzantes ocultaciones. Nada más tiene detrás para ponerse
al frente del PSOE en uno de los momentos más difíciles de su reciente
historia, si exceptuamos los envenenados apoyos de los que ha gozado en toda su
trayectoria política.
El 13 de julio se decide el futuro del
PSOE
Es
preciso que el 13 de julio los militantes elijan a un secretario general cuyas
líneas de actuación estén en consonancia con el mensaje que les han dado los
ciudadanos en los últimos procesos electorales, tan adversos para el PSOE. Y
para ello no se puede construir un producto nuevo con unos mimbres tan viejos. Es
imperioso evitar la victoria del candidato más vacuo y más continuista de una
forma de hacer política que alejaría aún más a los responsables de la res
pública de la gente que tiene que sufrir día a día la realidad de la política.
Pues ha ganado (aunque me temo que ya te lo esperabas). Leí el sábado en "El País" un artículo de Madina al más puro estilo zapateril: un auténtico alarde de no decir nada aparentando grandes horizontes. ¿Sánchez es peor?
ResponderEliminarPor sus obras los conoceréis. Me temo que sí, que es peor.
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