CONGRESO DEL PSOE. LA APOTEOSIS DE LA NADA.
Apuntes de urgencia sobre el Congreso Extraordinario del PSOE del
26 y 27 de julio de 2014.
Una “renovación” de nombres sin ideas ni debate político
El PSOE ha celebrado este fin de
semana un Congreso sin gran contenido político, como muy bien dice el escueto
pero atinado comentario del diario EL PAÍS.
Tanto el proceso de elección del
secretario general como el propio Congreso Extraordinario se han caracterizado
por una ausencia de debate político acerca de las causas de las derrotas
electorales del PSOE y la redefinición del proyecto socialista en la Europa de
la moneda única, en un mundo globalizado donde la socialdemocracia ha perdido
el papel protagonista que tuvo antaño y en el que más que nunca es preciso
redefinir el proyecto y las salidas progresistas a la crisis económica.
Oficialmente, no hay un análisis de por qué el PSOE ha perdido tanto espacio
electoral y de qué línea y estrategia política se debe seguir ni a corto ni a
largo plazo.
Un partido autista que se mira el ombligo.
Hasta ahora el PSOE, desde 2011
hasta la fecha, ha respondido a su retroceso electoral sólo con movimientos
internos, mirando hacia adentro, tratando de recomponer la relación de fuerzas
en su seno y evitando cualquier posibilidad de cambio real en su funcionamiento
como organización política. Es más, lo que se ha consolidado este fin de semana
es un refuerzo de los vicios de funcionamiento de los ultimos años, por mucho
que la pregonada imagen del cambio, basado más en cuotas y en gestos inanes que
en hechos, haya sido uno de los reclamos que más se han oído en todos los foros.
Respecto de las relaciones entre
el partido y la sociedad, nada se ha dicho ni nada se propone hacer, si
exceptuamos el márketing y los lemas enlatados. La busca del voto perdido parece
que se va a intentar exclusivamente en clave mercadotécnica, con una imagen
juvenil y ´moderna´, unos eslóganes tan eufónicos y llamativos como vacíos,
posiblemente alguna ocurrencia de duración efímera y una absoluta falta de
respuestas rigurosas a los grandes dilemas que tienen planteados en este
momento el socialismo español y toda la socialdemocracia europea.
Parece que los nuevos dirigentes van
a estar al tanto de lo que pasa en la calle, pero más bien de la calle de
Ferraz y en otros locales de las distintas sedes de las taifas que desde ahora
condicionan el reparto y el control del poder.
La clave territorial
La composición de la ejecutiva y la recalificación del papel del nuevo
consejo federal territorial hacen temer que el PSOE camine hacia un modelo
confederal que puede conducir de facto a una confederación de partidos, muy en
consonancia con el cantonalismo y el federalismo asimétrico que algunos
propugnan como fórmula mágica para solventar los males de la patria. Una de las
escasas pluralidades patentes en el seno del Partido Socialista es la de las
diferentes taifas en detrimento de un proyecto unitario y cohesionado, hecho
que quizá afecte no sólo a la vida interna del primer partido de la oposición,
sino que también puede proyectar su sombra en la política nacional, asumiendo,
por tanto, la agenda de los nacionalistas y desdibujando la idea de un proyecto
de cohesión y solidaridad para toda España.
El debate existente en los años
de la transición que reivindicaba un partido federal en oposición a una
federación –o confederación- de partidos se está resolviendo por la vía de los
hechos más bien en un golpe de estado incruento de los confederales.
La clave generacional
Pero quizá el cambio más perceptible
para la opinión pública en un congreso continuista y renuente a cualquier
transformación real del funcionamiento del PSOE es el rejuvenicimiento del
staff dirigente, un traumático relevo generacional, fenómeno que tiene varias
lecturas.
Por un lado, se trata de una
expresión del vacío político e ideológico. Como no cambiamos nada, por lo menos
sustituimos la cara ya muy desgastada de Rubalcaba, que lleva lustros saliendo
en los telediarios, por un dirigente juvenil, de buena presencia y que
oficialmente no tiene un pasado que lo lastre. A ver si cambiando el envoltorio,
la gente compra más el mismo producto que ahora se vende mal.
La clave generacional, por otro
lado, tiene mucho que ver con el márketing y la estética de la ya caduca
posmodernidad. “Vamos a jubilar a la generación de Rajoy”, ha declarado solemne
y exultante el flamante secretario general. Es el esquema del individualista
triunfador, hecho a sí mismo, que arrasa, un neoyuppie, un modelo más vendible
en la época del nuevo riquismo del pelotazo y de la cultura americana del éxito
que en el del precariato al que son sometidos los jóvenes actuales, que en
todos los movimientos sociales expresan una mayor conciencia colectiva frente a
la ética darwinista del capitalismo más salvaje.
La clave generacional, aparte del
vacío ideológico y del aspecto mercadotécnico, encierra una ambición de poder
sin límites: una política de tierra quemada que condena a los mayores de 45 a
su amortización. Ese planteamiento ya estaba en el guion de los dirigentes de Nueva
Vía, quienes paradójocamente tuvieron que ser sustituidos en los días de la
debacle por un político de una generación anterior, tras la caída en picado que
supuso ceder a las presiones de los eurócratas que conminaron a Zapatero a llevar
a cabo los primeros paquetes de recortes y de medidas antisociales e
impopulares.
Discurso, palabras, eslóganes
Las palabras del nuevo secretario
general suenan a vacío, a hueco, a nada. En una malvada y alevosa frase, no
exenta de veracidad, por otro lado, Felipe González, el presunto referente del
aclamado nuevo líder, ya prevenía contra los candidatos de cartón piedra.
No hay grandes ideas, no hay
proyectos, no hay palabras que tengan significación precisa, más allá de que
suenen a música celestial, la mayoría clichés de plastilina. Incluso grandes
mantras como el federalismo, heredado de su predecesor y de los defensores de
una tercera vía para Cataluña, adolecen de una indefinición y de una falta de
concreción considerables si no van acompañados de medidas concretas.
El discurso vacío, como
escaparate amable, contrasta con la falta de respeto a las formas, que muestra
la ostentación grosera de quien aspira a detentar y mostrar su poder real. La
prensa sabe que va a ser Susana Díaz la presidenta del Congreso antes de que se
haya celebrado la votación. Es la propia presidente de Andalucía la que
comunica a los medios la composición de la nueva comisión ejecutiva. Hay que
mostrar ostensivamente quién manda. En un cónclave donde lo único que de dirime
es el reparto del poder el mensaje que se lanza sin disimulos es quién tiene la
sartén por el mango. Al menos, por ahora.
La euforia del flamante nuevo
líder es más una ebriedad de palabras altisonantes y erótica de poder que es
difícil que cuele en un contexto mucho más adverso socialmente en el que la
venta de humo ya no es tan sencilla como en el pasado.
Conclusiones provisionales
Tanto las elecciones para
secretario general como el propio congreso extraordinario apuntan datos para
una radiografía sombría y poco halagüeña de un partido que tras reveses
electorales severos no ha querido hacer un diagnóstico de lo que ha pasado y
por tanto no tiene terapia ni tratamiento para curar sus males. A menos que nos
creamos el discurso del secretario general saliente y el partido no sufra
ningún mal, que con sus fastuosas propuestas de la conferencia política y su
gran solución federal al “problema catalán” piense que ya ha sentado las bases
de la recuperación.
Nadie se ha planteado que el PSOE
crezca en militantes, incorpore la nueva realidad social a su debate político,
cuente con los sectores más dinámicos y progresistas de la sociedad para
liderar un cambio basado en programas factibles y rigurosos. Ninguno de los
problemas de fondo del PSOE, ni internos, ni de proyección exterior, se han
planteado en este congreso, que es una nueva ocasión perdida, un nuevo paso en
falso que difícilmente supondrá un impulso para recuperar el espacio político
perdido si no busca recuperar al votante desafecto incorporando sus deseos e
intereses a un compromiso que recupere la mayoría social que ya no se tiene.
Frente a las proclamas de un
pretendido cónclave histórico, la realidad es más bien garbancera y gris.
Invita más al escepticismo y a la decepción que al entusiasmo. Por este motivo,
la banda musical que podría acompañar las imágenes de este Congreso podría ser
la célebre canción ligera de Julio Iglesias La
vida sigue igual (unos que vienen y otros que se van) o la más cutre e
infracultural Susanita tiene un ratón
(aunque en este caso el ratón no es chiquitín; es buen mozo).
Sí que sorprende el hecho de que no parezca haber existido una catarata de propuestas concretas. Acabado un congreso de un partido de la entidad y la historia del PSOE, y más, en una situación como la actual, en la que parece claro que a este partido le urge hacer algo para renacer e ilusionar, es un pobre balance presentarse diciendo: "Vamos a cambiar otra vez a España" sin explicar cómo, en qué o hacia dónde, porque el anexo ese de proponer un cambio constitucional hacia una España federal más bien asusta o o resta credibilidad. En este capítulo, le va a dar muchos palos el PP, que parece tenerlo más claro. Ya no entro en lo que se refiere a demandas auténticas de la sociedad española actual, porque tú lo has planteado muy bien. Da la impresión de que el PSOE insiste en hacerse el harakiri.
ResponderEliminarEs totalmente desolador.
Eliminar