La España de las autonomías escribe un nuevo episodio de despilfarro y caciquismo.
La España de las autonomías
escribe un nuevo episodio de despilfarro y caciquismo. ¿Cuánto van a costar las
nuevas elecciones en Asturias? ¿Para qué se necesitan? Sólo para mantener a los
nuevos caciques, los imitadores de los particularismos nacionalistas en
regiones que más necesitarían recuperar la inversión, el empleo y unos
servicios públicos alejados de las obras faraónicas y de gastos absurdos.
Álvarez Cascos, con los problemas
que tiene su región , sólo piensa en reforzar su papel de virrey asturiano, contra
viento y marea. Estos son los personajes que no pueden tener responsabilidades
en un país que se ha despertado de la ficción del talante y se enfrenta a las
consecuencias de la dictadura del dinero y de la inanidad de su clase
dirigente.
Esperemos que de estas elecciones
no salga reforzado, sino más bien laminado políticamente el inefable político
astur.
De este maravilloso sistema de autogobierno que nos hemos dotado (tan caro, tan inviable, tan insolidario) han salido los déspotas sectarios y racistas (los Ibarretxe, Garaicoetxea, Pujol, Mas, el inolvidable Pasqual Maragall, el converso e incalificable Montilla, el cántabro Hormaechea, Marqués, el Hormaechea asturiano y el anecdótico y zarzuelero Revilla). Ninguno de ellos ha sido un estadista que haya aportado nada positivo para la gobernación de los asuntos públicos. Todos son no sólo prescindibles, sino rémoras y lastres de los que deberíamos liberarnos. Y ahora le toca a Álvarez Cascos, exiliado del partido que dirigió con férrea mano -el general secretario era llamado- y que se refugia en su feudo para culminar su brillante carrera política como un gerifalte de antaño, que diría Valle-Inclán. Esperemos que los electores asturianos voten con sensatez y lo echen, por muy críticos que sean con todos los demás, que razones no les faltan.
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