sábado, 13 de noviembre de 2010

LAS HORAS BAJAS DEL LÍDER Y EL SÁHARA

Sábado, 13 de noviembre de 2010



Pese a todos los esfuerzos por eliminar testigos del lugar del crimen, la opinión pública tiene noticia de que la situación en el Sáhara occidental es cada vez más trágica, tras la cruenta represión infligida por la policía y el ejército del Reino de Marruecos. Y frente a esta tragedia las respuestas internacionales son tibias, cuando no de una conformista e hipócrita aceptación de los hechos consumados de todos conocidos: la anexión territorial por la fuerza y el lento pero inexorable genocidio.

La habilidad de los despóticos monarcas alauitas y el cinismo de los intereses creados para blindar los cimientos de su poder nos han llevado estos 35 años a que el pueblo saharaui vaya a pasar a la historia como el perdedor y el injustamente abandonado de un triste episodio de la Historia contemporánea de España, metrópoli de la administración colonial, que literalmente dejó tirados a los habitantes del antiguo Sáhara español en un momento crítico, de extrema debilidad e incertidumbre como fue la artificial y prolongada agonía del dictador Franco. Paradojas del destino quisieron que fueran los estertores del militar africanista el momento propicio y oportuno aprovechado por el astuto Hassan II para lanzar a su pueblo a “La Marcha Verde” con la intención de evadirse de sus asuntos internos y cumplir con un sueño imperial de expansión territorial, con inmisericorde y despiadado desprecio por los habitantes de las nuevas tierras conquistadas.

España tiene una gran responsabilidad histórica en este desafuero. Cierto es que los gobiernos democráticos recibieron una envenenada herencia en unas relaciones bilaterales complejas y arduas, en las que se ha combinado la claudicación ante la tiranía de los reyes de nuestro vecino del sur con ciertos equilibrios en los foros internacionales. El alineamiento incondicional del gobierno de Zapatero con Marruecos, presentado como una contraposición con las tensas relaciones que mantuvo su antecesor en el cargo no es más que una muestra del simplismo intelectual de un presidente y un equipo literalmente no preparados para el desempeño de tan difícil misión. Una vez más ha demostrado una escandalosa incompetencia, esta vez con un coste mediático superior al de otros errores garrafales.

Ahora que la represión del déspota Mohammed arrecia de forma sanguinaria es cuando se hace más patente la insoportable levedad política de Zapatero y los desatinados consejos de su escudero Moratinos en el Magreb y aledaños. La ministrini, por su parte, ni sabe ni contesta. Y cuando sale a intentar recomponer la figura tras comprobar que ya no lideran ni la pancarta narcisista y alegre, se refugia en una retórica tan enlatada como carente de credibilidad. Pocas veces en los últimos tiempos España había hecho el ridículo de forma tan clara y había comparecido como cómplice de un atropello tan brutal contra el pueblo saharui como ha hecho –está haciendo- ahora. Mirando hacia otro lado y apelando a la prioridad de nuestras relaciones diplomáticas como coartada de tanta omisión culposa.

En la manifestación de hoy sábado se ha escenificado un hecho insólito: en una causa como la del Sáhara han estado todos menos el PSOE, que fue, desde 1975, el partido que más trabajó por poner en el tablero político al entonces desconocido Frente Polisario. Luego en 1982, en el gobierno, no se les dio a los saharuis el reconocimiento diplomático del que sí han gozado otras legaciones de estados no reconocidos como tales. Sí se le dispensó un cierto apoyo dentro de España. Pero nada más, pues en la política internacional los saharauis ya eran los perdedores de la película, con quienes no era rentable salir en la foto ni hacer negocios. Se puede achacar oportunismo, electoralismo y lo que se quiera en la presencia de la mani de este sábado de quienes, cuando pudieron, no movieron un dedo por la causa que ahora dicen defender. Pero que la única ausencia de una protesta tan necesaria y evidente sea la del partido en el gobierno en una contestación que tiene todo el apoyo y la simpatía de la sociedad española es un tristísimo exponente de la soledad de las políticas del presidente, cada vez más perdido, sin un discurso que marque un recorrido desde la palabra al pensamiento o al destinatario. Cada vez más solo, desconcertado y zombi, después de haber traicionado todos los principios teóricamente defendidos y después de haber transitado por todos los senderos hasta enfangarse en el peor de los oportunismos y en un camino que ya no lleva a ninguna parte, pero que no le va a hacer tirar la toalla mientras pueda seguir maniobrando y utilizando todos los resortes del poder. En esta última etapa Zapatero ya ha escogido la vía que él entiende pragmática con el fin de ser reconocido en las cumbres internacionales a las que ha acudido como un mudo aislado considerado frívolo, bisoño y falto de un par de hervores. Para escoger finalmente la sumisión a los poderosos de la banca, las finanzas, la política internacional, como antes hizo con los nacionalistas y ciertos lobbies mediáticos, dejando en la estacada a aquellos a quienes se había comprometido a defender.

El quedar en la soledad más absoluta menospreciando la sanguinaria represión del país invasor contra un pueblo inerme bajo la más pragmática, cínica y amoral de la prioridad de las relaciones con Marruecos, en un momento en que los españoles esperan que el gobierno haga algo por el indefenso pueblo saharaui, nos devuelve a través del espejo la mueca de quien todo lo confiaba a la imagen, en especial a la proyección de un pedigrí telegénico, buenista y juvenil. Las nimiedades solemnes de quien hace no mucho pudo vender un halo de posmodernidad, progresismo y retrogauchismo hoy suenan más a hueco que nunca cuando trata de que sus conciudadanos entiendan que no se puede molestar al sátrapa porque el enjambre de intereses compartidos con él está por encima de unos incidentes que se han magnificado y a los que le resulta hoy muy incómodo responder. Es que no sabe cómo. Es que se ha creído lo que le soplaba al oído Moratinos. Y ahora repite unas consignas que se estrellan con la incomprensión de una opinión pública que puede recordar la profética frase de los días de vino y rosas: “El poder no me cambiará”. ¡No sólo en economía nuestro ayer audaz y hoy sumiso presidente necesitaba dos tardes!





Domingo, 14 de noviembre de 2010

Leemos el domingo en Público una noticia sobre cómo Zapatero quiere cortar debates sobre el Sáhara en el PSOE. Disciplina, pragmatismo, prohibido debatir. ¡Toma talante!

1 comentario:

  1. Amigo Mariano: hay una clave que tocas de pasada y que para mi es esencial. El trato que de Zp recibió Jordi Sevilla.
    La guadaña zapaterista tajó su cuello político cuando se comprobó que para que el lider planetario entendiese algo de economía o como tu ahora insinuas, algo sobre relaciones internacionales, se necesitaban no dos tardes, ni dos semanas, ni tan siquiera dos cursos academicos. Para que este aprenda algo que pueda tener relación directa o difusa con valores socialistas necesita tantas reencarnaciones como al parecer disfrutan los lamas nepalíes.
    Y como para ello habria que meterle en su disco duro, duro, duro, los principios de esa religión nos encontramos con un repleto callejon sin salida, que lleno de zapateristas siguen asociando zapaterismo y conocimiento......o sea que van "daos".
    Mantego que los hombres tenemos la mala costumbe que consiste en morirnos en el justo momento en el que alcanzamos nuestro maximo nivel individual de conocimientos.Estoy convencido que Zp no comparte este demostrado aforismo. Este "lider" debe querer ser inmortal, por lo que practica con fervor lo de....menos saber para más vivir. Vamos, como Jesus Gil, y ya ves, tambien la palmó.
    Abrazos y Salud.

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